Hijo único, su infancia deambuló corriendo entre los viñedos familiares que no le permitían exprimir el jugo a su vida, y que daban una gran comodidad económica a sus padres gracias a la bodega con la que explotaban sus terrenos.
Su hogar era todo corrección. Buenos modales en la mesa, con conversaciones forzadas sobre los éxitos familiares, lo exquisito de la trucha y lo importante de llegar lejos en la vida, se mezclaban con extraños e incómodos silencios. Todo ello enmascarado en una atmósfera de felicidad vestida de lámparas de araña, cuadros con bodegones de frutas en marcos dorados, alfombras rococós, y crucifijos sobre las camas.
Del campo a la escuela en Logroño en el mejor colegio de pago, dejando escasas relaciones amistosas por el camino.
En la adolescencia recibe su primer choque frontal al descubrir a su padre follando apasionadamente con la madre de uno de sus pocos amigos. A partir de aquí comenzó a comprender las horas que su papá no dejaba de mirar sus tierras desde la terraza de su hogar, asfixiando su tiempo con el humo de su cigarro.
Marcha a Madrid dónde comienza a estudiar Derecho. Allí se bebió su infancia de un trago, sin degustaciones, sin importarle el futuro, eliminando el pasado… Siempre quedan posos.
Vivió los intensos días de la movida madrileña, con sed, con entusiasmo y no dejando descansar su cabeza dormida hasta el momento. Sexo, música, calles, películas, drogas, bares, ideas… Todo al límite. Descubrió la necesidad de crear, y creó la necesidad de su reconocimiento. Aunque no siempre fue así, a aquellos primeros años de locura y diversión, le siguió la depresión de una época agotada en su propia vanidad. Colaborador de diversos fanzines, escribe su primera novela inspirándose en las vivencias de aquellos días, sirviendo de texto generacional de los 80. Conoce el éxito a la vez que el fracaso. A partir de aquí comienza un periplo en el que se dedica a vagar por el oficio de la escritura trabajando de negro, redactando publireportajes o guías de viajes, traduciendo obras… Siempre al borde del precipicio, siempre inspirado por la adrenalina de no tener nada que perder.
Conoce a Mar en un club de intercambio de parejas. Se enamoró rápidamente de su fresca locura, de sus ganas de vivir, de sus tetas puntiagudas, de su capacidad para resolver problemas, de su fuerte carácter, de su hilera de pelos bajo el ombligo. Su estabilidad se rompe con un inesperado embarazo tras tres años de relación. Comienzan las peleas, los reproches, los celos, la vuelta a la calle, a la ansiedad, al alivio del olvido. Con el nacimiento de su único hijo se rompe definitivamente la relación, haciéndole responsable de su fracaso sentimental.
Tras reiterados agobios económicos y problemas de salud, tiene un golpe de suerte: Es el principal valedor de la herencia de su padre. Se acabaron los problemas hasta que se entera del grave accidente de su hijo. Su reacción es jugarse todo su dinero en el casino".