2 de febrero de 2009

La hora de la verdad (reflexiones sobre un montaje)

Y parecía que había regresado… Después de un tiempo pensando en cómo hacer, qué decir, qué no decir, cual poner, cual quitar, de dónde sacar y a dónde llegar… Llega el momento de la verdad, y en toda regla además. Ahora no sólo me enfrento a un montaje, esto no es un corte o un cross dissolve, un acelerado a 2000%, ahora hay que relatar verdades o mentir de la forma que menos se note, intentar descifrar que miradas no le hacen falta música de fondo, a construir secuencias sobre la base de lo infrahumano, a entender que la vida no es un código de tiempo exacto. Ver todo el material me ha hecho viajar de nuevo (es increíble la capacidad que tienen las imágenes para transportar a lugares y estados de ánimo), pero sobre todo me hace conocer más el sufrimiento de la gente que durante unos días me acompañó con el único fin de ayudarme a contar la historia de sus días. Ahora soy más consciente, y quizá mucho más sensible, de lo vivido en el Plan 3000. Es como si una extraña máquina te diera la oportunidad de viajar a ese “extraño lugar” en el que estuviste, y te permitese meter el dedo en la yaga otra vez. Es muy difícil dejar clips de vídeos en la librería, más cuando insospechadamente alguno de ellos te regala alguna metáfora mágica que viviste sin darte cuenta. Uff, esto acaba de empezar, sé que queda mucho, pero también sé que va a ser una de las experiencias más duras y apasionantes que me ha brindado la vida. Prometo disfrutarlo.