28 de agosto de 2006

El futuro en el culo de Las Palomas

La ignominia humana nos hace pensar que somos los únicos poseedores de este planeta. Mentes que ignoran por completo el poder de los reinos animales y vegetales, sin olvidar, evidentemente, las sacudidas naturales que continuamente amenazan a nuestro supuesto orden. Quizá partiendo de la premisa de “quién la hace la paga”, o lo que es lo mismo aunque más agresivo (desde mi parecer), el popular “ojo por ojo, diente por diente”, nuestro sistema terráqueo se revela ante lo que el considera opresiones del sistema evolutivo biorítmico - natural. El cambio climático o los huracanes que destruyen regiones antinatura (que se prepare la Costa del Sol), son buenos ejemplos de cómo se articula la ley más pura existente sobre nuestras cabezas. Bajo esta premisa cabe pensar la creación de un nuevo movimiento que se organiza en supuesta clandestinidad, pero que no escapa a la vista de nadie, es el de las palomas. Esta ave febril y simbólica, no es más que un roedor volante, que se reproduce con una velocidad de vértigo, y que vive en constante enfrentamiento con la especie humana. Es curioso que uno de nuestros máximos enemigos se convierta en icono pacifista, sin duda, es para escribir todo un tratado sobre la estupidez humana, la existencia y sus definiciones. En esta lucha, su capacidad organizativa está haciendo que su batalla en el “submundo” animal de las ciudades esté plenamente resuelta a su favor. Siendo así, y habiendo aniquilado la posibilidad de dominio que cualquier insecto o cuadrúpedo (está última ha sido fácil, la falta de control aéreo les ha desterrado de esta privilegiada situación), sólo queda esperar lo peor: el ataque a los seres humanos. Quizá parezca injusto que por unas cuantas deformaciones de cráneo o del aparato digestivo, la eliminación de la capacidad de vuelo en alguno de los experimentos practicados hacia algunas especies, y otras tantas aberraciones que han derivado en la creación de miles de “bichos” a nuestro gusto (o mejor, mal gusto, alguna de ellas son realmente nauseabundas) y antojo, puedan enderezar el peso de la balanza hacia su favor. Así es amigos, los decretos naturales se imponen ante cualquier ordenación del hombre. Nunca sabremos si es justo o no, lo que sí se puede llegar a entender es la falta de inteligencia y criterio con la que hemos tratado (y seguimos tratando) a los ecosistemas existentes a nuestro alrededor. No es de extrañar así la creación de estos movimientos metropolitanos alternativos, que persiguen desenfrenadamente el holocausto de los viandantes. Quizá no seamos realmente conscientes del monstruo que hemos creado, pero al menos si debemos ser objetivos y reconocer que hay motivos para que no dejen de cagarse sobre nuestras cabezas y abrigos. Sus proyectiles llenarán de mierda las calles y rincones de las urbes, hasta que sucumbamos a su infecto poder. Hitchcock ya hacia alarde de esta apocalíptica premonición con la metáfora final de su película “Los Pájaros”. El hombre encerrado en su propia jaula, y el pájaro libre destruyendo todo lo que le venía en gana. Algo parecido a lo que ocurre hoy en día con EEUU con sus particulares campañas demócratas. Esperemos que a Bush no le crezcan alas… No me gustaría oler su culo.

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