24 de noviembre de 2006

Fe de erratas (I)

Lo primero pedir disculpas a mis intrépidos “lectores” por mi indisciplina literaria. Son las cosas del tiempo y el espacio, que hacen que mi vida corra en estas semanas a una gran velocidad.

Lo segundo manifestar un error garrafal existente en uno de los últimos textos publicados, “Reciclaje”. En él menciono al lamentablemente popular Garrote Bill. Gracias a la sabia rectificación de uno de mis compañeros de viaje vitales (ha sido tan discreto que no ha querido publicar comentario alguno), me hizo caer en la cuenta de que dicho aparejo de matar no es Bill, sino Vil. La diferencia y significación son obvias.

Sirva de excusa, y entono cánticos y oraciones para subsanar estas faltas. Espero que encuentren un hueco en sus almas de pecado, para rezar por mi culpa, mi gran culpa.

Amén.

9 de noviembre de 2006

Ley de Conservación del Dinero

“La energía no se crea ni se destruye, solo se transforma”… Este fenómeno es lo que se denomina como Ley de Conservación de la Energía. Así, podemos entender como una gota de agua se puede convertir en vapor, o cómo el agua que mueve el aspa de un molino moltura los granos de trigo. Continuamente interactuamos con energías, sólo que a veces su reconversión depende de intereses plenamente mercantiles. Un ejemplo de esto lo tenemos en la que será, a buen seguro, la crisis definitiva del siglo que avanza: El cambio climático.

La lucha de diferentes colectivos ecologistas por el calentamiento global de la tierra, concretamente por el estricto cumplimiento de los acuerdos alcanzados en Kioto, han sido un duro caballo de batalla del cual han salido linchados sin ningún tipo remordimiento por parte de la opinión pública. Por el contrario, un informe lanzado por el Gobierno Británico, concretamente por el ex - economista del Banco Mundial, Nicolás Stern, ha puesto sobre las mesas financieras un conflicto que se mantenía en el subterfugio de las agendas políticas. Parte de las anotaciones que apunta este “filósofo” de la aritmética económica, es que las pérdidas serán irreversibles para las economías mundiales si no se hace frente a esta debacle desde ya.

Nos encontramos ante la demostración de cómo el calentamiento global de la tierra ha pasado a tener otra posición en los sectores del poder mundial. La postura ahora es: Si el cambio climático va a causarnos pérdidas económicas, transformemos el problema en negocio para alcanzar réditos con él. Es lo que se podría denominar “Ley de Conservación del Dinero”. Quizá esto pueda valer para solucionar el problema a corto plazo, sin embargo no lograría cerrar la brecha abierta entre el poder monetario y el poder de la naturaleza. Resulta escrupulosamente lamentable que la articulación de los finos hilos de las divisas mundiales, mueva a los hombres a tomar partida en la defensa y conservación del mundo. En este teatro de títeres sin gracia hay un claro perdedor, y no es otro que la especie humana y los ecosistemas que aún hoy (y repito lo de “aún”) interactúan con él.

La solución empieza en tomar conciencia del problema desde nuestra responsabilidad de integrantes de este planeta. Sustituir el coche por la bicicleta, así como intentar ahorrar en el consumo energético de luz, agua y combustibles de nuestros hogares, pueden ser una primera premisa para activar nuestro particular vía crucis de descontaminación. El resto les toca a los empresarios y dirigentes mundiales… Tarea difícil en los tiempos que corren… Pero no imposible.

6 de noviembre de 2006

Reciclaje


El ser humano tiene una capacidad innata para reciclar, el problema es que no lo hace con lo que debe. Lo que parecía podía ser una buena opción para hacer justicia y poner a un dictador dónde se merece, se ha terminado convirtiendo en un bochornoso ejemplo del desafuero de la especie más animal. La condena a muerte en la horca de Sadam Husseim, nos devuelve a un pasado guardado en los baúles más secretos de algunos nostálgicos. Y para nostalgias (que no las del bolero), estaba el deficiente mental de Bush (que me perdonen los discapacitados psíquicos), afirmando sobre la sanción de su preso favorito “que era un buen día para la humanidad”… Puestos a pedir, y ya que se abre la caja de los arbitrariedades más extremas, podíamos haber apostado por una guillotina, que es más revolucionaria, o un garrote bill, que junto con el submarino de Isaac Peral han sido dos de los inventos patrios que han contribuido a sembrar un poco más odio en el mundo. Otra de las cuestiones que cabe preguntarse es si llamarán otra vez a algún antiguo verdugo, porque quizá ya nadie ajuste el nudo al punto de máximo sufrimiento. La crueldad se hace insufrible cuando se vuelve a caer en los mismos errores. “El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”, prefiero dar la vuelta a este ripio popular y decir que “las piedras no están en el camino para tropezar, sino para esperar que llegue un animal y se la tire a un hombre una o las veces que hagan falta”, así probaremos de nuestra propia medicina.
Quizá el maestro Berlanga tenga historia aquí para reciclar (revisar en términos culturetas) su clásico cinematográfico, so pena que el gran Isbert se jubilara de su negro oficio carnicero. Hizo bien, puede que otra vez le hubiese tocado salir a la palestra.