Siempre he dicho que mi primer Gin Tonic fue el primero de los síntomas en el pude apreciar que la madurez estaba a punto de llegar. Su amargo y dulce sabor eran una metáfora representativa de lo que acontecería la vida a partir de ese momento. Así, para combatir y celebrar las tristezas y alegrías, nada mejor que una copa de este maravillosa brebaje. Beberse el futuro de un tirón, que tus sueños e ilusiones se reduzcan a una copa de balón blanca y burbujeante, con el contrapunto bien medio de una o varias rodajas de limón, es posible gracias a esta combinación casi perfecta. Desde el memorable día en el que conocí este néctar, me ha acompañado en momentos refrescantes y digestivos, y a veces en éxtasis de insultante felicidad gracias al delirio que da su ingesta en grandes cantidades. Los maestros de la sabiduría popular tampoco dejan de lado el Gin Tonic. El periodista, escritor y poeta malagueño Manuel Alcántara no puede vivir sin él, de hecho se siente condenado a importantes dosis diarias para no frenar su capacidad literaria; o qué decir del gran Leonard Cohen, que ha destilado con los años su voz gracias al placer de la seca ginebra. Amigos, tómense una a mi salud, y aflójense (esto lo dejo abierto a que cada uno se afloje lo que quiera), y si pueden, la próxima vez que nos veamos, me invitan a una.
Ingredientes:
- Ginebra (destilada a ser posible).
- Tónica.
- Limón: exprimido y rodaja de cáscara.
Elaboración:
Servir preferentemente en copa de balón. Llenar de hielos y derramar sobre ellos un chorreón de limón natural. No vale estrujarlo antes en un exprimidor (no me preguntéis por qué, pero no sabe igual). Restregar una rodaja de cáscara del mismo cítrico por el filo del vaso, y tirar en el interior. Verter la ginebra (al gusto). Verter la tónica en forma circular para hacer que burbujee lo máximo posible. Ingerir. Disfrutar.
Ingredientes:
- Ginebra (destilada a ser posible).
- Tónica.
- Limón: exprimido y rodaja de cáscara.
Elaboración:
Servir preferentemente en copa de balón. Llenar de hielos y derramar sobre ellos un chorreón de limón natural. No vale estrujarlo antes en un exprimidor (no me preguntéis por qué, pero no sabe igual). Restregar una rodaja de cáscara del mismo cítrico por el filo del vaso, y tirar en el interior. Verter la ginebra (al gusto). Verter la tónica en forma circular para hacer que burbujee lo máximo posible. Ingerir. Disfrutar.