
El clima vital no podía ser más propicio después de mis últimas introspecciones en el universo musical de Johnny Cash (otro grande, pronto sacaré alguna entrada sobre él). Preparado con mi lazo metálico al cuello, y sombrero tejano robado a Dylan en su última y milagrosa aparición en Madrid, me encontraba capaz y decidido para iniciar la visita al rancho musical de Springsteen. Y así fue… Un escenario a modo de salón al más puro atrezzo de las pelis de John Ford, y dieciséis músicos acompañándolo con un instrumental plenamente tradicional, desde violines a trombones, pasando por un folklórico banjo y un piano de pared sacado del mini hollywood almeriense, hacían que el espectáculo musical estuviera garantizado. Lejos de cualquier efecto o artificio mecánico, el Boss se mostró inspirado, con una gran energía y con pleno dominio de las tablas y de los compases de su banda. Desde el primer momento supo ganarse al público, haciendo que el buen rollo fuera reciproco durante toda la actuación. Country, folk, gospel, rock´n´roll, blues… La revisión de estilos fue continúa y acertada, salpicando su repertorio con alguna pequeña joya de sus éxitos de siempre como “The River”, a la que le dio una vuelta de tuerca cambiando la armónica por un pito, y una alteración sugerente en la melodía del estribillo que imposibilitó a la grada – karaoke poder cantarla con la soltura deseada. Yanqui hortera como sólo él puede ser, y con sonrisas y gestos robados al Stallone más denigrante, dedicó una canción a Andalucía con la sapiencia de sacar a los presentes un encendido a aplauso. El ritmo del concierto tampoco fue para aburrirse, haciendo de las subidas de escalas el mejor de los efectos con el no perder fuelle en lo monótono que hubieran podido resultar los compases populares estadounidenses. Es alucinante ver en plena era tecnológica una banda de estas características, sin duda puede servir de cruel moralina a las nuevas generaciones de la distorsión y los samplers, con las que comulgo fielmente, pero que dejan mucho que desear al lado del sonido de una banda como la de ayer. El talante y la honestidad de este viejo rokero, no dejó indiferente a nadie, haciendo que cada canción un espacio en el que habitar durante los extensos tiempos duración, mucho más allá del 3:55 o del 4:05 estándar del pop – rock.
El de Sprinsgteen es un circo que ha sobrevivido el paso de los años, y al que ni si quiera las nuevas tendencias del mercado han logrado dejarlo en paro. Siempre hay sitio para la música de siempre, más aún si el maestro de ceremonias es este tipo de flagrante espíritu. Lo de ayer fue para quitarse el sombrero. Amigo Boss, mi más sincera enhorabuena... Bull killer!
4 comentarios:
"We liked the same music
we liked the same bands
we liked the same clothes
We told each other that
we were the wildest,
the wildest things we'd ever seen"
"We liked the same music
we liked the same bands
we liked the same clothes
We told each other that
we were the wildest,
the wildest things we'd ever seen"
"We liked the same music
we liked the same bands
we liked the same clothes
We told each other that
we were the wildest,
the wildest things we'd ever seen"
http://www.elmundo.es/elmundo/blogs/2006/giraspringsteen/index.html
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