2 de noviembre de 2007

Digresión de un individuo común (I)

“Era insoportable ver como se hacía el gracioso. Nunca conocí a nadie con tan poco sentido del humor como él. Su receta era bien sencilla: un poco de sal para las heridas, un látigo para autoflagelarse, dos visiones extraídas de un espontáneo brainstorming, alguna teoría perceptual, remover y servir. Algún estúpido cocinero televisivo pondría una ramita de perejil para adornar el plato, sin embargo nosotros preferíamos dejarlo así, aunque en reposo para que cogiera el punto de cocción… La verdad, no era mal tipo, sólo que a veces costaba digerirlo”.


No hay comentarios: