6 de mayo de 2009

Músicos de piedra


Esta sesión fotográfica tomada en mi caminar por Roma me evocó a un texto que escribí hace un tiempo en "Trilogía de Hormigón más una". Aquí os dejo la parte titulada "Un Acordeón", habla de un tipo como éste (yo lo imaginé sin bigote y más sucio, en fin, se puede transforma en photoshop...)
"Sus pies rozaban el suelo. Sus uñas asomaban a través de las agujereadas suelas de sus zapatos acariciando el tacto de la ciudad. Nadie como ellas daban cuenta de la suciedad de la calles, de los chicles aplastados en la acera, de las cagadas de los perros, de los vómitos de los borrachos. A su paso vidas automáticas en su engrasado mecanismo. De un lado a otro, sin sentido, sin destino aparente, sin sonido con el que armonizar su movimiento. Con la mirada perdida en los coches que pasaban en la avenida, rogaba tener fuerzas para soportar otro duro invierno. La colilla de su cigarro le advirtió que ya era hora de comenzar, y así levantó de la caja que protegía a su gastado acordeón. Esta reliquia del cuarenta heredada de su abuelo, que vivió días calurosos, tiempos de opulencia y felicidad de los que ahora sólo se podían redimir, hacia vibrar de melancolía al trasiego de la esquina de San Bernardo con Palma. El sonido de la ciudad como base a su melodía, la indiferencia el mejor aplauso a su actuación, y la música, de nuevo la música, la raíz que hacía que sus uñas se clavaran a la acera para buscar el profundo manantial de agua subterránea que le darían la vida. Como un baile ritual, sus manos acariciaban las teclas con la intensidad del amante explorador de una nueva conquista. Lentamente, sus dedos se dejaban llevar por un lujurioso pentagrama balcánico de memoria y pasión, de sed y de frío, de locura y deseo. Sus ojos se cerraron y el mundo seguía andando, el carnaval en una esquina de la ciudad, y en su máscara la felicidad de saber que su melodía nunca sonaría como antes"

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