26 de marzo de 2007

Inercia

El tiempo nos lleva. Nos hace efímeros y fugaces. Sin darnos cuenta se bebe los años, y nos deja una copa vacía para emborracharnos. Un flujo maldito que nos hace presos de nuestra propia felicidad, y nos da por resaca los años gastados. Suena el clic con obturación 5.000, y nos devuelve a la luz de otros años, al negativo reverso de la realidad. Un instante. Un momento. Una máquina de recuerdos para activar el engranaje de la memoria. Pero pronto se olvida. Los sueños, los anhelos, se van sin despedidas, con la conciencia tranquila de que ya nadie le preguntará cómo y por qué. Y así seguimos follando, sin pasión, sin alma, sin vida. Esclavos de nuestro propio sexo. Atados de por vida a la masturbación portátil, al semen que quita la sed de la impaciencia pero que no la colma. Ahora cierro los ojos y puedo ver el futuro, como un prestidigitador televisivo, como un anuncio que explora el alma. Todo es igual que hoy, y nada es diferente a mañana. Suena la música, y la instrumentación se hace intensa. Con el contrabajo me pierdo en su mástil sin fronteras. La voz es rasgada, y me invita a cantar “It´s more than rain”. Mi espíritu de perdedor se enajena, pero quiere seguir perdiendo. El metálico acordeón se va con la lluvia, y mis palabras se agitan en la coctelera y llenan una copa cónica de un estupendo Dry Martini. Lo bebo, y afirmo que su inventor tuvo que ser un prodigioso borracho, mejor aún, un lúcido y angustiado borracho. La aceituna se hace apetitosa, y ayuda a pasar el afilado licor. Ahora muero por dentro, me desangro entre praderas rojas, me ahogo entre lavanderas marroquíes limpiando ropajes en un río claro y puro. Parece que llegó la calma. El sonido del agua se va por mis venas y riega mi alma salvaje. Todo es textura fílmica. Todo es silencio.

Ya nadie es inerte.
Ya todo es inercia.

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